Algo anda mal
«Conducía una ambulancia, y la empresa para la que trabajaba tenía muchas ambulancias, pero no alcanzaban las estaciones de bomberos ni los hospitales para ellas. Así que, hacíamos algo que se llama “apostarse”, que es estacionar la ambulancia en algún lugar cercano a la zona donde estamos trabajando mientras esperamos a que nos llamen. Una noche, estaba trabajando en el turno que iba desde la medianoche hasta las 10 a.m., y no había mucho para hacer. Durante las noches lentas, intentábamos encontrar las zonas más oscuras para “apostarnos” y poder dormir un poco. …
… Encontramos una iglesia dentro de un barrio que tenía un estacionamiento que prácticamente no tenía iluminación y decidimos quedarnos ahí. Tan pronto como mi compañero puso el cartel de “apostado”, me sentí increíblemente incómodo y poco seguro. No le quise decir nada a mi compañero porque no tenía ninguna razón para sentirme de ese modo, pero la sensación era casi abrumadora. Pasaron algunos minutos y mi compañero me mira y me dice: “Oye, no me siento bien; algo se siente fuera de lugar, ¿quieres que nos vayamos?”. Le contesté que sí, y nos fuimos de ahí. Nunca pude descubrir por qué los dos nos sentimos así y por qué ocurrió en el estacionamiento de la iglesia, pero sin duda me puso los pelos de punta.