¿Qué es tan divertido?
«De niño, viví en una antigua casa victoriana y siempre escuchaba risas mientras estaba intentando dormir. Era el único hijo de una madre soltera y tenía alrededor de 5 o 6 años; me despertaba escuchando risas en el pasillo en medio de la noche. Luego de comentarle esto a mi madre, me juró que probablemente era solo la televisión prendida. Una noche, me desperté escuchando risas en mi cuarto. …
… Me quise sentar, pero sentí como si alguien me sujetara de los hombros, como si hubiera manos invisibles agarrándome de los hombros mientras escuchaba las risas. Grité a viva voz. Mi madre vino corriendo a mi cuarto, encendió la lámpara que estaba en la mesa de noche e intentó convencerme de que todo había sido un sueño, hasta que le dije: “Pero me duelen los hombros”. Ella me quitó la camiseta y vio que tenía las huellas de dos manos adultas marcadas en los hombros. A decir verdad, pensé que lo había imaginado y que nunca había pasado, pero, el otro día, se lo mencioné de manera pasajera a mi mamá. Se puso blanca como una sábana y me dijo: “No quiero recordar eso”».