Abre la puerta
«De niño, cuando tenía 7 años más o menos, tuve un encuentro que nunca olvidaré. Esto pasó en el sudoeste de los Estados Unidos. Estaba con mi mamá y mi abuelo, y estábamos paseando juntos a los perros por un sendero que bordeaba la muralla baja de un parque. Al fondo del parque, había un portón que llevaba a un estacionamiento y a un barrio cerrado. A medida que nos acercamos a ese portón, me detuve para mirar algo y me distraje, pero mi familia siguió caminando. Escuché una voz que venía del portón y decía “oye, oye”; así que, giré la cabeza y vi a un hombre larguirucho y desaliñado parado enfrente del portón. …
… El tipo me llamó para que me acercara. Entonces, me acerqué un poco pero me mantuve a una buena distancia del portón; solo quería escuchar lo que tenía para decir. El hombre dijo que necesitaba que le abriera el portón para poder entrar al parque. Luego, me mostró su reloj de bolsillo; lo abrió y lo hizo colgar mientras lo sostenía de la cadena. Además de la esfera del reloj, el aparato tenía un ojo holográfico verde que cambiaba de color y de forma cuando el extraño lo hacía girar. “Te daré esto si me dejas entrar”. Miré el portón con más atención, y vi que no tenía ningún tipo de cerradura. Le dije: “No, gracias, tengo que seguir con mi rutina de ejercicios” y volví a reunirme con mi familia».