Fetiche de pies
«Una vez, cuando tenía 8 años, vivía en un parque de caravanas que era hogar de gente normal en su mayoría, pero que, a veces, atraía a personas sospechosas. Estaba muy aburrida en casa y le pregunté a mis padres si podía ir caminando hasta la otra cuadra, donde estaba la casa de mi amiga. Esto fue a mitad del día y conocíamos a muchos de nuestros vecinos; así que, me dijeron que sí. Tan pronto como me perdí de vista, vi a un hombre adulto caminando hacia mí sin titubear. De inmediato, se encendieron las alarmas en mi cabeza porque estaba sola, por supuesto, y porque nunca había visto a este tipo antes. …
… Tenía la esperanza de que se desviara y se fuera a otro lado, pero continuó caminando hacia mí, y me di cuenta de que tenía los ojos clavados en mí mientras me sonreía. Me perturbó, pero ya estaba bastante cerca de la casa de mi amiga. Miré a mi alrededor y noté que no había nadie en la calle para ver lo que estaba pasando. Finalmente, logra acercarse lo suficiente para decirme algo, y esto es lo que me hizo correr. Me dijo: “Oye, ¿crees que podrás quitarte los zapatos? Por favor, quiero verte los pies”. Me di media vuelta y corrí tan rápido como pude hasta mi casa. Estaba aterrorizada».