#12: Desafiar las expectativas
El siguiente relato es una intrigante historia de dos hermanos con destinos opuestos. En 1958, Robert Lane, residente de Nueva York, bautizó a su primer hijo con el nombre de Winner (ganador), creyendo que así le infundiría confianza. Para equilibrar esta elección, llamó Loser (perdedor) a su segundo hijo. Se criaron juntos en Harlem, pero sus caminos se separaron drásticamente a medida que crecían.
Loser fue quien se destacó académicamente, ya que consiguió una beca en un prestigioso internado y se convirtió en detective de la policía de Nueva York con un sueldo de seis cifras. En cambio, Winner se enfrentó a una vida de delincuencia, acumulando más de 30 detenciones y pasando por periodos de encarcelamiento, lo que finalmente le llevó a quedarse sin hogar. Esta fascinante historia demuestra que nuestro futuro no está necesariamente predeterminado (y mucho menos por nuestros nombres) y que nosotros forjamos nuestro propio destino.